EL TELETRABAJO ES SALUD

El aceleramiento al que estamos sometidos diariamente, parece que no tiene límites. Con cualquier persona que te encuentras, está angustiosa, no se acaba de parar, para entablar una pequeña conversación o comentar un asunto determinado, incluso, siendo de importancia reciproca. Las horas del día son pocas para todo lo que hay que hacer o por lo menos, eso es la apariencia que tenemos o mejor dicho, lo que experimentamos cotidianamente. Ya no se trata, solamente de la sociedad de lo inmediato, sino del vértigo de la celeridad. Lo expresaba con claridad meridiana, el médico y escritor español, Gregorio Marañón, “la rapidez que es una virtud engendra un vicio, que es la prisa”. Los avances tecnológicos, quizás están propiciando una despersonalización y una artificial maquinación de nuestro convivir. Lo perecedero o como se decía antes, “para toda la vida” ya no se estila, es más, se desecha por antiguo y falta de productividad. La rapidez del tiempo nos está engullendo, sin darnos cuenta, estamos sumergidos en la aceleración, además, cada vez más progresiva.

Lo que podríamos preguntarnos, es que, si tiene interés una existencia de la prontitud y que beneficios acarrea o en el sentido correcto, que males nos afectan, como consecuencia de esta viveza que nos impone, sobre todo, el mundo digital. Parece que las afectaciones somáticas son gravísimas. Una de las carreras universitarias con más alumnos en toda Europa es la de psicología, lo que algo tendrá que ver con lo que estamos comentando. España, es el país donde se consumen más ansiolíticos del mundo, tranquilizantes y pastillas para dormir, siendo lo más dramático, que se produce de manera abundante entre los más jóvenes. No hay que olvidar que los especialistas están continuamente llamando la atención, sobre la gran dependencia que provocan estos medicamentos, la peligrosidad de su abandono de forma radical, pudiendo provocar síndrome de abstinencia, cefaleas o aumento del nerviosismo. Además, con el paso del tiempo y la toma continuada de los mismos, crean tolerancia, con lo que su eficacia es menor con igual dosis de administración, especialmente, cuando se pasa mucho tiempo con tratamientos, que deberían ser los más cortos posibles.

El literato alemán Hermann Hesse, explicaba que “los retoños crecen con fuerza y rapidez, pero siempre sin llegar a ser árbol”. Tampoco hay que irse a un erudito famoso, para decir que todo tiene su tiempo y forzar la máquina, nunca es aconsejable, sencillamente, porque se estropea, falla y se para. Una agricultora de mi pueblo, compañera de estudios, cuando éramos niños, en la escuela pública, un día me dijo, con la sabiduría popular, de una mujer que proviene de una familia de agricultores de toda la vida, que “por mucho que jales, las papas no se cogen más rápido”. Mas claro y sabiamente explicado imposible. Es una canaria de verdad, con la socarronería que nos caracteriza, pero diciendo verdades como puños.

Ante la situación planteada de presteza, que estamos describiendo, empíricamente demostrable y sufrida, hay que plantarse, buscar soluciones. Hay muchas y diversas en distintos campos académicos, científicos, sanitarios, o de movimientos alternativos de reflexión o meditación.  Pero la solución más factible y que está dando un resultado halagüeño y saludable, es practicar activamente el “teletrabajo”, sobre todo, en las distintas Administraciones Públicas. En algunos Servicios, ahí no ese conoce la prisa, ni la obligación normativa de cumplir en tiempo y forma con los plazos establecidos por la legislación vigente para la resolución de expedientes o licencias, los teléfonos responden cuando hay ganas, las plataformas digitales funcionan casi nunca, la cita previa es un madrugón que hay que hacer como un acto de penitencia. Por lo tanto, este mundo rápido, veloz, presuroso, tiene un contrapeso infalible, hágase funcionario, para teletrabajar, así vivirá confortablemente.

 

Oscar Izquierdo

Presidente de FEPECO

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